miércoles, 10 de noviembre de 2010

Gatillazo rural

¿Pa’ que queremos el Tramcamp?, ¿Pa’ qué quiere Reus un aeropuerto que en su irreversible progreso de expansión el destino más lejano será El Prat?, ¿Pa’ qué queremos la sala Les Golfes en Tarragona?  Una respuesta responde a la metafísica prosaica de los medios de comunicación del Camp de Tarragona: queremos ser un poco menos de pueblo.

Tener menos amigos en común en el facebook, montar desfiladas de protesta de homosexuales, que el Papa oficie y bendiga nuestra obra magna El Corredor del Mediterrani, que la mujer de la limpieza ya no se llame Toñi ni sea sudamericana, sino una Cubana que antes de llegar a nuestra tierra haya trabajado como espía para Fidel Castro. Eso queremos. Eso sí, manteniendo nuestra little soul pueblerina que en los veranos se eleva en las noches de turismo rural que genera la Orquestra Girasol.

Recreación virtual del Corredor del Mediterrani

Pero si una noche sólo  te queda limpia en el armario una camisa de estampado vichy es obligatorio ir a la estrena de Les Golfes Club. Previo paso, paseo y saludo a conocidos en la red carpet.

Tenían que tocar Febrero (no Tachenko) y La Brigada. Al final el orden se invirtió. Propuestas chulas. Más si son baratas. La claridad de La Birgada quizá recuerde algo más de lo necesario a Sanjosex. Pero son buenos. No son originales pero son jodidamente buenos.

Los de Vilanova suenan como si te susurraran en la oreja un secreto que ya conoces. Limpios, directos, mezclados arquitectónicamente. Lo hacen fácil porque sus letras son interesantes, empáticas y están encajadas con melodías emocionales. Pere Cocker Agramunt tiene voz y pluma sensibles y canta, que ya es mucho.
 
Tan valent de la brigada

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